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En la cumbre del mirador El Naso, en Villa Traful, los guardaparques abrieron esta semana la reja de una jaula gris para devolverle la libertad a Traful, un cóndor macho de escasos años que recibió ese nombre por el lago que estuvo a punto de ahogarlo en abril. Tras un breve vistazo hacia atrás, el ave desplegó sus alas para hacer gala de su inmensidad, reconoció el terreno y comenzó a elevarse en círculos hacia el cielo. La historia de su caída y su recuperación encierra, en realidad, el efecto frecuente que produce la caza en un animal que es un emblema de la cordillera patagónica.

Hernán Pastore es biólogo de la Dirección Patagonia Norte de Parques Nacionales y estuvo a cargo del rescate y el largo proceso de recuperación de Traful, que cayó al agua del lago en abril tras posarse sobre una roca e intentar volar. Para su fortuna, ese vuelo accidentado tuvo como testigos a un guía de turismo y a un guardaparques que lo rescataron y le dieron aviso al especialista, a cargo de la activación de un protocolo de rescate de especies de valor especial.

«Primero hicimos una muestra de sangre que se mandó a analizar a Buenos Aires, y ahí comenzamos un tratamiento con quelante en un galpón de Villa Traful», expresó el biólogo y agregó que el quelante es un químico que se inyecta para sacarle el plomo en sangre al animal. «Se suelen envenenar cuando se alimentan de animales muertos que fueron heridos por cazadores con balas de plomo, eso deja esquirlas en la presa», dijo y agregó: «Hay ciertos niveles de plomo que se toleran sin caer, pero llega un nivel en que las defensas caen y no pueden volar, por eso caen al lago o los encuentran los pobladores».

Tras iniciar el tratamiento en ese galpón de la villa neuquina, terminaron por trasladarlo al parque Temaikén, que es uno de los espacios, junto al Eco Parque de Buenos Aires, que puede seguir una intervención médica de estas características y también «de mantener a un animal salvaje como el cóndor en las condiciones adecuadas para que después se pueda reinsertar en la naturaleza, sin acostumbrarse al ser humano».

A una semana de recibir el alta médica, las autoridades de Parques Nacionales coordinaron su traslado de regreso a la provincia de Neuquén y fueron testigos de su emotiva liberación. El joven Traful dio unos pasos por el suelo para empezar a agitar las alas y así elevarse en el cielo azul, ante la atenta mirada de los rescatistas. Empezó a girar en círculos hasta que encontró una corriente térmica que le permitió planear en un radio mayor. «Ahí apareció otro cóndor silvestre que se le sumó y se fueron juntos», expresó Pastore.

Desde Parques Nacionales relataron que el cóndor arribó en avión el lunes 18 y quedó a resguardo en la Dirección Regional Patagonia Norte (DRPN) de APN. El martes a primera hora el equipo conformado por personal del Parque Nacional Nahuel Huapi, la DRPN y la Brigada de Control Ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Nación, se trasladó a Traful, donde se encontraban los Guardaparques y brigadistas de la zona norte, el guía de Kayak Maximiliano Solohaga, la veterinaria Martina Picotto, y a la etóloga María Loreto Campbell, quienes fueron los que evacuaron en primera instancia al cóndor del lago en el mes de abril y le realizaron las primeras atenciones junto al veterinario Pablo Plaza y el personal del Parque Nacional.

Durante el momento de la liberación “Traful”, luego de salir del cannel, se mostró tranquilo, observó el entorno y durante varios minutos pudo extender sus alas y fue reconociendo el lugar. Finalmente, se trasladó muchos metros hacia una zona rocosa, y al encontrar un lugar propicio y seguro se lanzó a volar, momento cautivante para todos los presentes y sin duda para quienes durante meses tuvieron a resguardo y rehabilitando a este ejemplar. El cóndor, al encontrar una corriente ascendente subió a gran altura, hasta desaparecer en las montañas. Este maravilloso momento tuvo la compañía de otros cóndores que se acercaron al lugar.

Si bien consideran que el animal podrá reinsertarse sin problemas a la vida silvestre, Traful lleva un microchip bajo la piel que no es legible a la distancia, pero que puede detectarse de cerca. «Eso nos sirve para identificarlo si es que vuelve a caer», indicó el biólogo, y agregó que el caso de Traful no es tan extraño como se piensa.

«Lamentablemente es algo que ocurre con demasiada frecuencia, y en este caso lo pudieron detectar pero también hay otros que caen en el lago sin que nadie los vea o en el medio del campo y nadie se entera», agregó. Por eso, desde Parques Nacionales se trabaja en un proyecto para regular la caza deportiva y así evitar que se sigan utilizando las municiones de plomo.

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