Más de 20 años después del secuestro y desaparición de Marita Verón en Tucumán, surgió una pista firme y concreta que podría revelar por fin cuál fue su destino y resolver así uno de los casos más emblemáticos de trata de personas en el país.
En diálogo con TN la madre de Marita, Susana Trimarco, señaló que fue recién a partir de la muerte de Rubén “La Chancha” Ale, líder de uno de los clanes más poderosos de esa provincia y principal sospechoso de lo ocurrido con su hija, que empezaron a aparecer nuevos testigos para brindar información.
“Nunca habíamos tenido una pista tan seria como esta”, resaltó Trimarco, y apuntó: “Es gente grande, que tiene familia y que no pueden seguir llevando esa carga que tienen… se han acercado llorando diciéndome dónde buscarla para que yo tenga un poco de paz, y tengo el presentimiento de que la vamos a encontrar”.
Es que en las últimas semanas, un fuerte indicio sobre la existencia de una carpeta con fotos del cuerpo de Marita que se usaba como medio de extorsión en una interna gremial derivó en la imputación de dos sindicalistas por presunto encubrimiento y promete ser un primer gran paso en el camino hacia la verdad.
Se trata de Norberto Manzano -actual Secretario General de la Asociación del Personal Jerárquico del Agua y la Energía (APJAE)- y Carlos Alberto Rojas, ex Secretario General de la Seccional Tucumán de la Asociación. Ambos fueron llamados a declarar, se negaron a hacerlo y la Justicia los imputó por ser sospechosos de ocultar u omitir información relevante en la causa.
“Manzano era el que tenía la carpeta”, explicó Trimarco al periodista José Inesta, y apuntó: “Cuando ‘La Chancha’ (Rubén Alé) se quería apoderar del gremio, él lo amenazaba con mostrar la carpeta y decir que Alé había matado a Marita y enterrado su cuerpo como NN”.
La madre de Marita está convencida de que las fotos del cuerpo de su hija se tomaron en la morgue del sanatorio perteneciente al sindicato de Luz y Fuerza de Tucumán, y que la tuvieron allí al menos tres días antes de deshacerse de sus restos.
“Sacaron las fotos porque entre ellos son mafiosos y ‘La Chancha’ siempre quiso adueñarse de todo”, indicó Trimarco, y detalló: “Ese sanatorio se armó de la nada, era parte de un negocio redondo que tenían de lavado de dinero, tráfico de armas y trata de personas”. Esa red, indicó, además de la clínica, también incluía el Club Atlético San Martín, agencias de remises y cementerios.
En ese escenario, la hipótesis que tiene Trimarco sobre lo que pasó con Marita es demoledora y, al compartirla, las lágrimas aparecen inevitablemente. “La ‘Chancha’ mató a mi hija, la golpeó hasta que quedó sin vida”, sostuvo la mujer, y continuó: “Entonces la llevaron al sanatorio del sindicalista Julio Luna (Luz Médica) y la tuvieron varios días ahí en la morgue, en un sótano en el que nadie entraba, hasta que la tiraron en un cementerio como NN”.
“Yo quiero encontrar los huesos de mi hija, quiero saber dónde está para ponerle una flor y tener un poco de paz”, expresó Susana Trimarco. Enseguida subrayó: “Lo peor es vivir así como vivimos, sin saber qué es verdad y qué es mentira”.
El móvil del crimen es otro de los grandes interrogantes del caso, aunque la mamá de Marita está segura de que con su hija “se equivocaron”. “No es que tenían una cuestión con Marita, jamás habíamos tenido relación con esa gente…la han visto una chica linda, y habrán querido llevarla para que les diera plata”, arriesgó.
En ese sentido, Trimarco explicó que antes que Marita, y después también, habían desaparecido del barrio varias chicas en estado de vulnerabilidad. “El Club queda a tres cuadras de mi casa, a la vuelta vivía un sobrino de la ‘Chancha’ Alé, estábamos rodeadas de mafia y no lo sabíamos”, destacó.
Todo cambió a partir del secuestro y desaparición de Marita el 3 de abril de 2002, cuando la joven tenía 22 años y su hija, Sol Micaela, apenas tres. A partir de allí no solo se inició una búsqueda incansable para dar con ella, sino que también tomaron real dimensión del peligro que tenían a su alrededor.
“He tenido muchas amenazas telefónicas que salían de ese lugar, del Club donde mataron a Marita”, manifestó Trimarco, y añadió: “A mi nieta la han querido secuestrar varias veces también, cuando iba al Jardín”. Pero como las intimidaciones no consiguieron que la familia de Marita Verón dejara de buscarla, los responsables no escatimaron recursos para lograr desviar la investigación.
“Me han mentido mucho”, lamentó la mujer, que se puso a la cabeza de la Fundación María de los Ángeles, desde donde busca erradicar la trata de personas y brinda asistencia integral a las víctimas.
De acuerdo a su relato, entre tantos recursos a los que apelaron para ensuciar la causa, “hacían aparecer a una chica que era idéntica a mi hija y le decían Marita Verón delante de las otras chicas, para que pensaran que era ella”. “Pero mi hija ya estaba muerta”, subrayó.
Si bien su hipótesis sostiene que fue Rubén Alé el asesino de Marita, Trimarco remarcó también que hay mucha gente poderosa implicada en el caso también. Incluso, denunció, su propio médico personal, a quien acusó de haber actuado en complicidad con “La Chancha” para encubrir el crimen. “Esta gente hizo mucho daño a la provincia”, cerró.
Una década después del secuestro de Marita Verón, justo cuando se iniciaba el juicio contra los 13 acusados de raptarla, su hija, Sol Micaela, accedió a una entrevista con TN en la que se refirió a lo difícil que fue transitar su infancia sin tener a su mamá. “Quiero que se haga justicia, que les den cadena perpetua, no que mueran”, dijo en ese momento la adolescente, y enfatizó: “Que ellos sufran lo que yo sufrí”.
Sin embargo, el juicio fue tan controversial como complejo era el caso desde el principio y en diciembre de 2012 los 13 imputados fueron absueltos. Las réplicas del escándalo hicieron tanto ruido que un año más tarde la Corte Suprema provincial revocó de manera parcial ese fallo y ordenó que una nueva sala fijara una pena para diez de los 13 acusados (dos de ellos habían sido declarados inocentes y otro había muerto en febrero de 2013).
La sentencia llegó en abril de 2014 y estableció condenas de entre diez y 22 años para los diez acusados, sentencia que quedó firme recién en abril de 2017, momento en el que la sala II de la Cámara Penal ordenó la detención de los condenados, quienes a partir de allí empezaron a cumplir la pena.
Marita Verón tenía 22 años cuando fue raptada desde un auto el 3 de abril de 2002 en la ciudad de San Miguel de Tucumán.
La investigación, que se puso al hombro la propia madre de la víctima, permitió a la Justicia concluir que la víctima había sido captada por una red de trata de personas que operaba en La Rioja para ser explotada sexualmente.
Después de más de dos décadas, la búsqueda todavía sigue abierta. /TN
*Con la colaboración de José Inesta