El asentamiento comenzó con una casilla pequeña que pasó desapercibida, seguida de más, sin que se tomaran medidas. Las familias ocuparon terrenos a lo largo de Marco Avellaneda, extendiéndose hasta la avenida Sarmiento. Las casillas de plástico fueron reemplazadas por chapa y, en algunos casos, ladrillos. Para 2023, alrededor de 60 familias vivían en condiciones precarias, sin servicios, acostumbradas a promesas incumplidas. A pesar de la intervención de Desarrollo Social y el Instituto de la Vivienda, que ofrecieron soluciones que nunca llegaron, las familias no desean quedarse allí, pero no tienen otra opción. Aunque no piden asistencia gratuita, solicitan ayuda para poder pagar una vivienda.
El asentamiento refleja una pobreza extrema, visible para quienes transitan la zona, donde los vecinos se quejan de la inseguridad y la basura, pero también apoyan el reclamo de las familias que viven en condiciones de abandono. Se podría recurrir a un modelo similar al de otros asentamientos, como Villa Piolín o El Triángulo, donde las familias fueron evacuadas y los terrenos se transformaron en plazas. Sin embargo, la propiedad del terreno en esta zona pertenece al Gobierno nacional, que está en proceso de privatización, lo que complica una solución inmediata.
La Municipalidad asegura que no puede hacerse cargo, pues considera que la situación es una emergencia de desarrollo social, y no una responsabilidad del ferrocarril. Mientras tanto, algunos se preguntan si el terreno más allá de la avenida Sarmiento podría ser usurpado, como ocurrió con las primeras casillas. A pesar de la urgencia, la mayoría prefiere mirar para otro lado al pasar por la zona./ L.G.