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«Hay fortunas que no tienen precio y privilegios que rompen las escalas sociales. Hay tiempos y momentos justos en la vida donde sucede el encuentro. Jefe, amigo y padre a la vez. No se como agradecerte. Tuve el honor de conocer al hombre desposeído, soñador, sencillo, sincero, correcto, disciplinado. Me convidó su mundo de sueños, me hizo parte de su construcción, me enseñó y me obsequió momentos imborrables que guardaré por siempre. Que privilegiado fui. Un gran apasionado por el folklore; la pérdida de Guarany nos acercó bastante. Horacio era su amigo y también mi ídolo. Recuerdo cuando saltaba la tapia de mi casa cuando ya todos dormían, para correr por la Bolivar y bajar hasta la Alem, para escucharlo desde afuera del Club en los primeros ATAHUALPA. Tenía 11 años. Cuando se fue el “Cantor del pueblo”, sentíamos el mismo dolor. En el ATAHUALPA pasado (antes de la pandemia hace 3 años atrás) me decía que iba tirar la casa por la ventana para los 25 años. Quería hacer el festival de su vida. Y así lo fue. Se ocupaba hasta del más mínimo detalle. En diciembre me sonó el teléfono y me dijo: “ya has comido?, venite comamos, estoy en el club”, me entregó una hoja de un bosquejo de los artistas que quería tener para los 25 años, eran tres noches y anunció: “este es mi último Atahualpa, llamalo a Abel y a Luciano primero”. Luego seguimos hablando a otros; yo marcaba y el hablaba: les hacía chistes, le recordaba momentos vividos en otros encuentros y les repetía “mas vale que vengan porque es mi último ATAHUALPA”. Luego llamamos al Chaqueño, a Galleguillo, a La Sole y quería el contacto de Los Palmeras. Le digo, “no te gusta la Sele Vera?, “A vos te gusta?”, me pregunta, “Si”, le dije, “bueno ponela”. Así todos las mañanas, tardes y noches. Entre el apuro de terminar de techar la pileta para climatizarla y la realización del Festival, iban surgiendo nuevos espectáculos como los de TINI, LALI y STRAVAGANZA. Le gustaba aprender y saber las nuevas herramientas tecnológicas, consultaba con los de su alrededor para implementarlas. “Hablalo a Carrizo para que grabe la publicidad… decile a Rubencito que haga hacer los afiches… llamalo a Gonzalo que venga… decile a Alejandro que me llame… vos tenes que hacerlo así, porque de la otra forma no sirve”, marcaba el camino, dirigía todo el tiempo. El 23 de Abril festejó sus 77 años en el tinglado del club con varios amigos. Fueron varios músicos a cantarle. Para Pascuas durante la Misa Criolla en el Cadillal fue a acompañarme, almorzamos y pasamos toda la tarde. Un gesto que me llena el alma. Gracias infinitas. Cuando lo llevaron a Buenos Aires hablábamos todos los días. En la última comunicación le dije “Quedate tranquilo que los chicos están trabajando para que sea el mejor ATAHUALPA”. Fue nuestra última conversación.

Se va el hombre que renació a ATAHUALPA y deja un legado enorme para el deporte y cultura del norte del país. Gracias Don Rubén.

Gonzalo Gabriel Soraire»

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