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El ex comisario Mario «Malevo» Ferreyra, quien gozaba de libertad condicional tras cumplir la mayor parte de una condena por triple homicidio, se suicidó un 21 de noviembre de 2008 para no entregarse a la Gendarmería, que tenía orden de un juez federal de detenerlo por presuntas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.

Ferreyra había insinuado que ese sería su final al ser entrevistado por los medios. Dejó entrever que no se entregaría y habló de «tomar una decisión drástica». Cuando le preguntaron si era capaz de quitarse la vida, respondió: «Ustedes sacarán conclusiones después. No me gustan las palabras; voy a los hechos».

Después del mediodía, una veintena de efectivos del Escuadrón 55 de la Gendarmería se presentaron en una finca de San Andrés, donde el «Malevo» vivía con su compañera María de los Angeles Núnez y sus hijos.

Ferreyra, armado con su pistola, se atrincheró y se resistió al arresto. Pasado cierto tiempo, se trepó al tope de un tanque de agua de unos 30 metros de altura, situado en el jardín de la casa.

Allí se acomodó en una silla y, sereno en apariencia, concedió una entrevista a Crónica TV, en la que volvió a dar a entender que se suicidaría. Dijo que haría «como Aníbal», en alusión al general cartaginés que se envenenó en 183 antes de Cristo.

Alrededor de las 16.30, los gendarmes, que se habían mantenido fuera de la finca, intentaron penetrar al lugar. En ese momento, Ferreyra se llevó el arma a la cabeza y se disparó un balazo mientras la televisión filmaba todo. Fue llevado a un hospital de inmediato, pero llegó muerto.

El «Malevo» cobró notoriedad cuando encabezó varios motines policiales en contra del entonces gobernador peronista Fernando Riera en la década de los 80. En 1991 era jefe de la Brigada de Investigaciones de la Policía tucumana y junto a algunos subordinados detuvo en forma ilegal a tres malvivientes en la vecina provincia de Salta. Los llevó a la localidad de Laguna Robles y al día siguiente simuló un enfrentamiento y los fusiló.

En diciembre de 1993 fue juzgado por este crimen y condenado a prisión perpetua. Minutos después de escuchar el fallo, copó sin ningún tipo de oposición la alcaidía de Tribunales y horas después se fugó del edificio, con una granada de guerra en la mano y la complicidad policial.

Fue recapturado tres meses más tarde en Zorro Muerto, un remoto paraje de Santiago del Estero donde se había ocultado con María de los Ángeles y después que se frustraron sus intentos de negociar con el entonces gobernador Ramón «Palito» Ortega. En aquella ocasión, al verse rodeado por la Policía, juró que no lo atraparían vivo. Pero después de algunas horas terminó entregándose.

El 21 de noviembre de 2008, el final fue distinto: el Malevo Ferreyra decidió suicidarse ante las cámaras.

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